¿Hay alguna tejedora que no sueñe con una manta hecha por ella durante los meses de invierno? Abrigarse en el sofá durante las tardes frías, sintiendo el tacto de la lana sobre la piel, tapar a sus seres queridos con ella… Las mantas de punto son amor. Yo diría que la expresión máxima de amor que una tejedora puede hacer, jajaja. Porque hay que invertir mucho tiempo y esfuerzo en tejerlas, muchísimo. Y paciencia. Quizá este post no cuadre mucho con el calor del mes de julio, pero es que estoy tan orgullosa de este proyecto, que no podía esperar a que llegase de nuevo el frío para escribir sobre él.
Esta manta es la primera que tejo, y como he dicho ya en alguna ocasión, creo que se merece ocupar un lugar especial en el blog. Ya hablé de ella largo y tendido en un episodio del podcast, sobre lo que significa para mí haberla terminado, y cómo creo que planificarme bien me hizo no abandonar este proyecto (quién sabe, a lo mejor te estás planteando tejer una manta). Es algo tan diferente a todo lo que he tejido antes, que sentía que faltaba un post con fotos que le hicieran justicia.
No está tejida con un patrón especialmente difícil, de hecho, es MUY sencillo, casi más una receta que un patrón propiamente dicho. Pero eso no hace que sea menos especial. El patrón que utilicé es el Bits And Bobs Blanket de The Bakery Bears. Es un patrón súper completo porque viene con vídeos de todas las técnicas que se utilizan en la manta, ¡y muy bien explicadas! Yo lo seguí tal cual excepto por el tamaño, que modifiqué porque quería que la manta cubriese toda una cama de matrimonio (no me gustan las estrecheces a la hora de taparnos en el sofá, jajaja). Aquí mi fallo fue no anotar el número de puntos montados, así que no puedo ayudaros en eso porque no lo recuerdo.
Fui recolectando todos los restos de lana fingering que me sobraron de los proyectos de 2020 y principios de 2021. Calcetines, jerséis, chales… y luego los utilicé en la manta sin ningún orden específico. Esto fue más que nada porque quería que quedasen de forma aleatoria, no teniendo el control total del resultado. ¡Creo que viene muy bien para experimentar con el color y salir de nuestra zona de confort! Para que todos los colores se integrasen entre sí y el resultado no fuera demasiado “loco”, como fondo usé un tono blanco como lana de fondo. Así también podía ir comprando ovillos sueltos sin tener que preocuparme por la tintada, ya que no sabía cuántos iba a necesitar para completar la manta. De todas formas, no creo que se note el cambio de tintada en otro color más fuerte, por ir mezclada con los colores de los restos de lana.
Terminar esta manta y hacerlo en un plazo de tiempo tan razonable (solo trabajaba en ella cuando tenía acumulados unos cuantos restos) me ha hecho querer tejer otra. No sé si repetiré patrón para hacer una manta igual pero con diferentes tonos o si probaré con uno diferente. Por una parte mi cerebro perfeccionista en el que todo debe ser simétrico me dice que repita, pero mi cerebro creativo quiere probar cosas nuevas. Mis requisitos son simples: que se teja con restos de lana fingering y que no haya que coser ni rematar mil hebras de lana.
El toque final, que se me hacía imprescindible, fue coserle una etiqueta con los años en los que está tejida. Han pasado tantas cosas en nuestras vidas durante esos meses, imposible que no estuvieran inmortalizados en este proyecto. La etiqueta fue un encargo a Leather Tag Goods y Anna, su propietaria, fue súper amable y rápida.
Prometo no dar la brasa con la manta más, jajaja, la próxima vez que la veáis será en alguna foto en Instagram cuando me tape con ella el próximo otoño. Ha merecido muchísimo la pena tejerla, y ojalá que todas las tejedoras se animasen a tejer algo así al menos una vez en la vida.
Patrón: Bits And Bobs Blanket de The Bakery Bears.
Lana: restos de lana fingering de todo tipo y color, Mondial Polo en el tono 100 como color de fondo.
Etiqueta personalizada: Leather Tag Goods.
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